Revista de interés general orientada al conocimiento y al bienestar interior y exterior


domingo, 25 de mayo de 2008

Crianza y longevidad

Una investigación descubre que la longevidad está asociada al cuidado de los hijos
Las especies que invierten más tiempo, energía y recursos en el cuidado de los hijos hasta que alcanzan la plena madurez biológica y psicológica son las más longevas, según ha establecido una investigación que derrumba la teoría de que la fertilidad es el único determinante de la vida útil de un individuo. Eso quiere decir que la naturaleza concede más años de vida a las especies que no sólo tienen descendientes, sino que además se preocupan de ellos hasta que alcanzan la madurez biológica e incluso psicológica, como ocurre con algunas familias de aves y cetáceos. Tal como se explica en el comunicado de la Universidad de Berkeley, la nueva teoría del envejecimiento descalifica la idea dominante hasta ahora de que la utilidad de un individuo, desde el punto de vista de la naturaleza, termina con su ciclo reproductivo. Contrariamente a lo que se pensaba, se ha descubierto que el cuidado de hijos y nietos forma parte del ciclo de la vida y concede la misma importancia al nacimiento que a la madurez de los descendientes.
TRANSFERENCIAS INTERGENERACIONALES
La nueva teoría establece que el tiempo y los recursos que un individuo dedica a las siguientes generaciones, lo que se denomina transferencias intergeneracionales, son tan importantes como la reproducción en sí misma para determinar la vida útil de una especie y la forma en que sus integrantes se deterioran con la edad. Ejemplos claros de estos comportamientos son los de algunas especies de pájaros, en las que los hermanos mayores quedan pendientes de los más pequeños.
Los mayores, de esta forma, también se hace más fuerte y aumentan sus expectativas de vida, al mismo tiempo que contribuyen a culminar la madurez de sus hermanos más jóvenes en su ciclo vital. También ocurre algo parecido con algunas familias de ballenas y delfines, que muestran comportamientos extraordinarios hacia sus descendientes que los convierten en longevos. Por ejemplo, las madres pueden llegar a ampliar la lactancia de sus hijos durante 10 o 15 años e incluso ser sustituidas por las abuelas mientras las madres se alejan para cazar. En ambos casos, los progenitores viven mucho más que lo que corresponde por su capacidad reproductora. Ha podido establecerse al respecto que las especies que ponen todo su esfuerzo en la cría y no en el cuidado a largo plazo de sus descendientes, como es el caso del salmón o la avispa, mueren poco después de la reproducción.
Autor: Vanessa Marsh