Revista de interés general orientada al conocimiento y al bienestar interior y exterior


martes, 19 de febrero de 2008

Falsos Mitos en Medicina

Abajo con los mitos medicos

Numerosas creencias populares en el ámbito de la salud siguen vigentes a pesar de que muchas no se sustentan en ninguna evidencia científica
El último número del año de la revista 'British Medical Journal' incluye un curioso artículo en el que se revisan una serie de mitos populares, entre los que destaca que leer con escasa luz daña la visión o como la idea de que sólo utilizamos una pequeña parte de nuestro cerebro. Los resultados revelan que todas estas creencias no tienen fundamento alguno.
Partiendo de una lista más extensa, los autores del estudio, dos pediatras de la Indiana University School of Medicine, han seleccionado siete mitos sobre la salud con el objetivo de analizarlos mediante las evidencias disponibles para validarlos o refutarlos. En el artículo recogen creencias diversas que van desde la cantidad de agua que es preciso ingerir, hasta efectos considerados perjudiciales de determinado tipo de alimento o de dispositivos eléctricos, como la computadora o el celular.


Agua en la justa medida
Una de las aseveraciones se refiere a la necesidad de beber ocho vasos de agua al día. Al parecer la recomendación se remonta al año 1945 en el que se remarcaba que un adulto necesita consumir un mililitro de agua por cada caloría de alimentos, lo que equivale aproximadamente a unos 2,5 litros de agua diarios. Por otra parte, el nutricionista Frederick Stare, recomendaba sin base alguna, consumir de seis a ocho vasos de agua diarios.
En condiciones normales, las necesidades diarias de ingesta de líquidos se cumplen sin problemas con una dieta equilibrada y con la ingesta habitual de agua y de otros líquidos como leche, jugos o infusiones. La cantidad de agua que se ingiere debe adecuarse a las condiciones de temperatura y actividad física, ya que en ambientes calurosos o en caso de abundante sudoración, las pérdidas hídricas por el sudor son mayores por lo que se necesitará un mayor aporte de líquidos.
Beber agua en exceso no reporta beneficios salvo en casos concretos y, además, en pacientes con insuficiencia cardiaca o insuficiencia renal puede resultar perjudicial por la dificultad que les supone eliminar los líquidos que se ingieren en exceso.


El cerebro, ¿infrautilizado?
Los estudios muestran que se utiliza mucho más del 10% de la capacidad intelectual y no ponen de manifiesto zonas cerebrales inactivas
Una creencia muy extendida es la de que utilizamos sólo una pequeña parte de nuestra capacidad cerebral. La idea de que únicamente utilizamos en 10% de nuestro cerebro se ha mantenido durante muchos años, a pesar de todos los avances neurocientíficos. Al parecer esta aseveración se atribuye a Albert Einstein, aunque no hay claras referencias que confronten el hecho. Los expertos creen que, probablemente, surgió a principios del siglo pasado al intentar promover el desarrollo de las capacidades personales, dando por sentado que cada individuo tenía múltiples habilidades latentes.
Los investigadores señalan que esta falsa creencia está desmentida por estudios realizados en pacientes con daño cerebral en los que se ha constatado que la lesión de un área cerebral tiene efectos específicos sobre las capacidades motoras, mentales y conducta. Los estudios sobre el metabolismo cerebral o mediante imágenes muestran que se utiliza mucho más del 10% de la capacidad intelectual y que ningún área de nuestro cerebro está totalmente en silencio o inactiva.


Celulares… ¿un peligro?
El uso extensivo que se hace de la telefonía móvil ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a considerar los potenciales riesgos que pueda comportar para la salud. Los estudios epidemiológicos efectuados no demuestran de forma fehaciente que la exposición a los campos de radiofrecuencia emitidos por los móviles incremente el riesgo de padecer cáncer o cualquier otra enfermedad. No obstante, se han descrito efectos como alteraciones de la actividad cerebral, de los tiempos de reacción y de las características del sueño que aparentemente carecen de importancia.


Más sin fundamento
Otra de estas afirmaciones sin fundamento que se impugnan en el artículo es la que se refiere al crecimiento del pelo y las uñas después de la muerte. Los autores consideran que se trata tan sólo de una ilusión óptica causada por la retracción de la piel a consecuencia de la deshidratación que se produce después del fallecimiento. Explican además que el crecimiento del pelo y las uñas requiere una compleja interacción de la regulación hormonal que no existe después de la muerte.
También intentan explicar por qué se cree que después de un afeitado el pelo crece más fuerte, rápido y con mayor vigor, y consideran que también se trata de una ilusión óptica: después del afeitado, el pelo que crece no posee el estrechamiento del final del pelo no cortado, lo que da la impresión de grosor y fortaleza.


Fatiga sí, problema no
Por último, los investigadores analizan la afirmación de que leer con luz débil daña los ojos. Consideran que esta creencia probablemente tiene relación con el hecho de que cuando leemos con malas condiciones de luz puede dar la sensación de que cuesta enfocar. Si leemos con poca luz, los ojos se fatigan más e, incluso, pueden aparecer molestias como dolor de cabeza o visión borrosa. También se reduce el parpadeo por lo que puede aparecer sequedad ocular con las consiguientes molestias Estos efectos no son persistentes y no hay evidencia de que se produzcan problemas a largo plazo ni en la visión ni en la estructura ocular. Leer con poca luz determina un esfuerzo visual significativo, ya que en condiciones de poca luz, la pupila se encuentra más dilatada. Asimismo, tampoco parece haber evidencia que trabajar con ordenador o ver televisión demasiado cerca resulte perjudicial

Tras el éxito de su artículo, tanto Vreeman como Carroll están decididos a derribar este tipo de mitos. "Estamos en el proceso de escribir un libro con más de 100", ha adelantado Vreeman.

http://www.consumer.es/web/es/salud/investigacion_medica/2008/01/14/173753